jueves, 19 de mayo de 2011

Nubes negras

Todo nace de una mente diabólica capaz de engendrar un mal endémico que pervierta la obnubilada mente de la sociedad. Conjeturas de los medios de comunicación, testimonios falsificados, personas sufriendo en las puertas de embarque, políticos capaces de engañar a sus votantes; todo vale con tal de mantener el poder. Zapatero es el príncipe, pero de Maquiavelo y los controladores aéreos, los títeres que ocultan el problema, la cortina de humo que impide que surja la verdad a la luz.

Han pasado más de cinco meses desde que se produjera la polémica huelga de los controladores aéreos y, de momento, nadie se atreve a contar la verdad de los hechos. Todo es confusión, crispación y un odio generalizado hacia un gremio, el de los controladores, que es víctima de la mala gestión del gobierno.
La gente se lleva las manos a la cabeza, escandalizada al ver como un empleado que gana hasta 200.000 euros al año, se niega a trabajar. No hay derecho pensarán algunos, pero sí lo hay y razones de peso que justifican su conducta. El caso gürtel es un juego de niños comparado con el conflicto de los controladores.
La compañía AENA ofrecerá un nefasto servicio de atención al cliente, quizás cuestiones el graduado escolar de la muchacha con chaleco y flequillo recortado que te observa atónita tras un mostrador de Barajas. Pero AENA es algo más, es mucho más.  Hasta la llegada del último gobierno a Moncloa, la empresa siempre había generado grandes beneficios, que le permitían costear la construcción de todos los aeropuertos. Vamos, que los españoles nunca hemos puesto un céntimo de nuestro bolsillo, ya que AENA se financia gracias a las ganancias provenientes de las compañías aéreas que sobrevuelan el territorio nacional.
Además, la red de aeropuertos nacionales es propiedad pública, lo que significa que es patrimonio de todos los españoles, o por lo menos así ha sido hasta la fecha. Y todos somos todos. No un ejecutivo amedrentado por la caótica situación, dispuesto ha deshacerse de una de las empresas estatales más solventes del siglo XXI; porque los socialistas han logrado crear, en pleno cielo español, un agujero negro por inversiones en infraestructuras de casi 13.000 millones de euros. Sin embargo, ellos miran hacia otro lado, señalan con el dedo al primero que pasa y esconden el rabo entre las piernas cuando confiesan que los intereses de esa deuda alcanzan ya los 800.000 euros diarios.
Como siempre, descubrieron demasiado tarde la nube negra. Esta vez sus amigos más íntimos no podían acudir al rescate. Del montante total de la deuda, una cuarta parte fue financiada por bancos extranjeros, mientras que las entidades españolas, para mantener su liquidez a flote, emitieron deuda y obligaciones en el mercado internacional. Era la llamada de los lobos, que devoraron al lince ibérico.
Las corporaciones estadunidenses y del Reino Unido olieron la sangre e iniciaron acciones para asumir la deuda de AENA. Sigilosamente se acercaron a la presa. Diseñaron “Planes de Actuación” y esbozaron una hoja de ruta para conseguir la gestión de los aeropuertos nacionales y evitar así el ridículo público de un embargo internacional que supondría el fin del actual gobierno. Y todo ello de manera legal, sin trampa ni cartón.
El plan para la privatización del sistema aeroportuario está en marcha, es imparable. La idea es que con el dinero de los contribuyentes (Todos los ciudadanos españoles) se gestione el control de los aeropuertos menores o, dicho de otro modo, no rentables. De momento, los inversores extranjeros se reservan la mayor parte del pastel, el paquete accionarial de los grandes aeropuertos rentables. En este epíteto, el gobierno esconde una carta a favor de los nacionalistas, quienes, a cambio de unos votos, recibirían el control de El Prat. De película, pero de terror.
Para capear el temporal y desviar la atención, el gobierno echa pestes en vez de sal gorda sobre las pistas de aterrizaje. Dispone a la opinión pública en contra de un colectivo que ha tenido los bemoles suficientes para plantarse ante las cámaras, anudarse la corbata y denunciar a unos políticos que pretenden tapar su agujero negro con recortes laborales. No hay derecho. Además de incompetentes, mentirosos.
Se presenta ante las cámaras como un salvador. El héroe que se enfrentó al enemigo y salvó al pueblo. Hay José, José, José, que no todos los días son fiesta, aunque para ti lo parezca. El ministro de Fomento se cuelga medallas y lazos florales mientras cuenta historias para no dormir. En el año 2009, allá por el mes de abril, el sindicato de los controladores ofreció a la comisión “negociadora” de AENA reducirse sus propias retribuciones en un 25 por ciento menos, algo que fue rechazado “por no considerarlo interesante”, tal y como consta en acta. ¿No era esa la cantidad que Superpepiño quería quitarles? Que cortitas son las piernas de la mentira. No has hecho nada por los españoles, nos has impuesto nada y no has defendido más que tus propios intereses, San José.
No sé en qué acabará todo este enredo, aunque imagino que perderán los mismos  y ganaran los de siempre. Los controladores seguirán aguantando el foco mediático bajo su cogote, mientras los políticos dan bandazos en su avioneta particular, virando el rumbo de la realidad. Los gigantes extranjeros se asentarán sobre el terreno, fumarán en pipa y mirarán al cielo. El techo azul que ahora vemos ya no será de los españoles. El apocalipsis aéreo ha llegado.

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